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dilluns, 6 de juny del 2011

La seguridad como mito

LA SEGURIDAD COMO MITO

La Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (en el futuro IARC) acaba de advertir que el uso de teléfonos móviles podría resultar «carcinogénico». Quiere decirse que podría ser o podría no ser. De serlo, tampoco sabemos en qué condiciones. ¿Bastaría con utilizarlo una sola vez? ¿Sería preciso, por el contrario, un uso intensivo? ¿Produciría los mismo efectos hablar con la madre que con el hermano, la cuñada o el inspector de Hacienda? No tenemos ni idea, hay que continuar investigando, dicen. Para rematar su enigma, los de la IARC declararon que debe ser el consumidor el que decida qué uso hará del móvil a partir de ahora. Y qué uso del pepino, añadimos nosotros, y qué uso de la lejía, y qué uso del fax y de la maquinilla vibradora.

Los consumidores estamos por fortuna acostumbrados a la zozobra provocada por este tipo de organizaciones de cuya existencia no teníamos ni idea. A mí me preguntan por la calle qué es la IARC y respondo con un «mande», para hacer tiempo mientras se me ocurre algo. Aún no sabemos qué rayos fue la gripe A, contra la que nos hicimos fuertes gastándonos lo que no teníamos. Se pidieron explicaciones a la OMS sin que ésta se dignara aclarar lo sucedido. Sí sabemos en cambio que la alarma fue un gran negocio para algunos laboratorios farmacéuticos. Hay instituciones que viven del miedo. Todavía no sabemos a quién beneficiará el pánico a los teléfonos móviles, pero saldrá a la luz, es una cuestión de tiempo. El problema es que cuando salga a la luz nos habremos olvidado de la maniobra de la IARC.

Me lo decía el otro día un compañero de tren:

—La seguridad es el gran negocio del presente y del futuro.

—¿La seguridad o el temor a la inseguridad?

—Lleva usted razón, el temor a la inseguridad.

Significa que la inseguridad, la mayoría de las veces, es más imaginaria que real. En cuanto a la seguridad, se trata de uno de los grandes mitos de nuestro tiempo. De hecho, yo tengo varias pólizas de seguro, pero siempre me ocurren cosas que no estaban cubiertas. Ahora le ha tocado a los teléfonos móviles, de los que no sabemos si producen o no producen cáncer. Alguien está montando un negocio sobre tal incertidumbre.

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