PATOLOGÍA Y PROFESIÓN
Parece que gracias a las presiones internacionales se ha suspendido la lapidación de Sakineh M. Ashtianí, la mujer iraní acusada de una estupidez por la que ya ha recibido 99 latigazos. La judicatura, en algunos países, es un refugio perfecto para psicópatas y asesinos en serie. Pueden llevar a cabo, con la ley en la mano, las fantasías más atroces. Hay burdeles donde también se utilizan los látigos (de mentira, suponemos), y quizá donde se lapida con piedras que no matan. Pero para emociones fuertes, azotes que hagan sangrar y pedradas que destrocen la cabeza. Nos preguntamos qué rayos estudian los opositores a juez en Irán. A lo mejor se pasan 10 ó 15 horas diarias dándole vueltas a las posturas prohibidas en la cópula. Tanto tiempo con ese temario le vuelve a uno loco, lo transforma en un perverso. En cierta ocasión hablé con un joven que había pertenecido a una asociación dedicada a la castidad y me contó que tenían unas reuniones donde había más sexo que en cien prostíbulos juntos.
Cuando Franco, siempre nos preguntábamos qué atractivo podía tener, para un individuo mentalmente sano, opositar a juez. ¿Qué placer obtenían aquellos seres tan siniestros de llevar a la cárcel a Marcelino Camacho, por ejemplo? Y es que no estaban mentalmente sanos, claro. Cuando hablamos de Irán, parece que nos referimos a algo muy alejado de nosotros. Pero los jueces franquistas, muchos de los cuales viven todavía, castigaban también el adulterio y la homosexualidad. Se lo pasaban tan bien como los jueces iraníes. Si se llevara a cabo un estudio que asociara las patologías mentales a las distintas profesiones, nos quedaríamos de piedra. Los carniceros, pobres, serían los mejor parados.
En fin, que lo de las presiones internacionales que han salvado, de momento, a Sakineh M. Ashtianí es fantástico. Ahora bien, ¿a qué iban dirigidas?, ¿a evitar su lapidación o a evitar su muerte? Si se la hubieran cargado con una inyección letal o en una silla eléctrica, ¿habríamos permanecido mudos? No recordamos que haya grandes presiones internacionales cuando ejecutan a alguien en EE UU. Y a un juez capaz de mandar a la horca a un semejante algo le pasa también en la cabeza, sea o no iraní.
Parece que gracias a las presiones internacionales se ha suspendido la lapidación de Sakineh M. Ashtianí, la mujer iraní acusada de una estupidez por la que ya ha recibido 99 latigazos. La judicatura, en algunos países, es un refugio perfecto para psicópatas y asesinos en serie. Pueden llevar a cabo, con la ley en la mano, las fantasías más atroces. Hay burdeles donde también se utilizan los látigos (de mentira, suponemos), y quizá donde se lapida con piedras que no matan. Pero para emociones fuertes, azotes que hagan sangrar y pedradas que destrocen la cabeza. Nos preguntamos qué rayos estudian los opositores a juez en Irán. A lo mejor se pasan 10 ó 15 horas diarias dándole vueltas a las posturas prohibidas en la cópula. Tanto tiempo con ese temario le vuelve a uno loco, lo transforma en un perverso. En cierta ocasión hablé con un joven que había pertenecido a una asociación dedicada a la castidad y me contó que tenían unas reuniones donde había más sexo que en cien prostíbulos juntos.
Cuando Franco, siempre nos preguntábamos qué atractivo podía tener, para un individuo mentalmente sano, opositar a juez. ¿Qué placer obtenían aquellos seres tan siniestros de llevar a la cárcel a Marcelino Camacho, por ejemplo? Y es que no estaban mentalmente sanos, claro. Cuando hablamos de Irán, parece que nos referimos a algo muy alejado de nosotros. Pero los jueces franquistas, muchos de los cuales viven todavía, castigaban también el adulterio y la homosexualidad. Se lo pasaban tan bien como los jueces iraníes. Si se llevara a cabo un estudio que asociara las patologías mentales a las distintas profesiones, nos quedaríamos de piedra. Los carniceros, pobres, serían los mejor parados.
En fin, que lo de las presiones internacionales que han salvado, de momento, a Sakineh M. Ashtianí es fantástico. Ahora bien, ¿a qué iban dirigidas?, ¿a evitar su lapidación o a evitar su muerte? Si se la hubieran cargado con una inyección letal o en una silla eléctrica, ¿habríamos permanecido mudos? No recordamos que haya grandes presiones internacionales cuando ejecutan a alguien en EE UU. Y a un juez capaz de mandar a la horca a un semejante algo le pasa también en la cabeza, sea o no iraní.
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