A LO QUE ÍBAMOS
Si el cine en 3D continúa ganando adeptos al ritmo actual, incurriremos en el teatro, donde todo sucede, increíblemente, en relieve. Y sin necesidad de las gafas. Quiere decirse que nos pasamos la vida inventando lo mismo una y otra vez, qué agotamiento. En el principio fue el teatro, del que nos alejamos esforzadamente para caer de nuevo en él. Acaba de salir a subasta la jeringa con la que inyectaron a Michael Jackson el cóctel de ansiolíticos que le llevó a la tumba. Parece una novedad, pero si en tiempos de Caín hubiera existido la economía de mercado, alguien habría puesto precio a la quijada del burro con la que le asestó el golpe asesino. Dicen que puede alcanzar los cinco millones de dólares (la jeringuilla, no la quijada), una fortuna, ya ven, por un trasto de plástico idéntico a aquel con el que a usted le pusieron la vacuna antigripal. La subasta se llevará a cabo en Las Vegas, que es el lugar 3 D por antonomasia (qué rayos significará antonomasia).
El universo carece de finalidad, pero nosotros necesitamos fingir que esto va a alguna parte. En todo caso, y con suerte, volvemos al teatro (y a la tragedia griega, para más señas), que es el lugar desde el que salimos a la vida (de ahí nuestro carácter). El caso es que por culpa del sentido nos pasamos la vida celebrando una y otra vez la Navidad, y la primavera, y la Semana Santa. Para percibir el significado de las tres dimensiones, por cierto, las iglesias. He visitado varias estos días y en todas tuve la impresión de hallarme en el interior de un programa informático en 3D. Qué realismo el de las imágenes, por Dios. Aún no se me ha ido de la cabeza un Cristo yacente, introducido en una urna de cristal, que descubrí en la iglesia de un pueblo de León.
Esto no va a ninguna parte, pero estamos obligados a hacer como que sí. Por eso nos excita el paso de la televisión analógica a la digital y de Titanic a Avatar. De acuerdo con la publicidad, si usted no ha adaptado su televisor, se habrá quedado borroso el día del Apagón Analógico, que viene a ser una representación teatral del Fin del Mundo. Con la TDT tendremos acceso a 30 ó 40 canales, pero todos serán el mismo, que es a lo que íbamos.
Si el cine en 3D continúa ganando adeptos al ritmo actual, incurriremos en el teatro, donde todo sucede, increíblemente, en relieve. Y sin necesidad de las gafas. Quiere decirse que nos pasamos la vida inventando lo mismo una y otra vez, qué agotamiento. En el principio fue el teatro, del que nos alejamos esforzadamente para caer de nuevo en él. Acaba de salir a subasta la jeringa con la que inyectaron a Michael Jackson el cóctel de ansiolíticos que le llevó a la tumba. Parece una novedad, pero si en tiempos de Caín hubiera existido la economía de mercado, alguien habría puesto precio a la quijada del burro con la que le asestó el golpe asesino. Dicen que puede alcanzar los cinco millones de dólares (la jeringuilla, no la quijada), una fortuna, ya ven, por un trasto de plástico idéntico a aquel con el que a usted le pusieron la vacuna antigripal. La subasta se llevará a cabo en Las Vegas, que es el lugar 3 D por antonomasia (qué rayos significará antonomasia).
El universo carece de finalidad, pero nosotros necesitamos fingir que esto va a alguna parte. En todo caso, y con suerte, volvemos al teatro (y a la tragedia griega, para más señas), que es el lugar desde el que salimos a la vida (de ahí nuestro carácter). El caso es que por culpa del sentido nos pasamos la vida celebrando una y otra vez la Navidad, y la primavera, y la Semana Santa. Para percibir el significado de las tres dimensiones, por cierto, las iglesias. He visitado varias estos días y en todas tuve la impresión de hallarme en el interior de un programa informático en 3D. Qué realismo el de las imágenes, por Dios. Aún no se me ha ido de la cabeza un Cristo yacente, introducido en una urna de cristal, que descubrí en la iglesia de un pueblo de León.
Esto no va a ninguna parte, pero estamos obligados a hacer como que sí. Por eso nos excita el paso de la televisión analógica a la digital y de Titanic a Avatar. De acuerdo con la publicidad, si usted no ha adaptado su televisor, se habrá quedado borroso el día del Apagón Analógico, que viene a ser una representación teatral del Fin del Mundo. Con la TDT tendremos acceso a 30 ó 40 canales, pero todos serán el mismo, que es a lo que íbamos.
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