GENTE CON MALA SALUD
Supongamos que un novelista cae enfermo, va al médico y le da la baja. Llega el novelista a casa, se mete en la cama y no escribe ninguna novela en quince días. Esto pasa continuamente. Seguro que ahora mismo hay más de diez y más de veinte novelistas sudando la gripe entre las mantas. Pero usted y yo no nos enteramos porque el mundo sigue y porque el hecho de que un grupo de escritores esté de baja por enfermedad no afecta en absoluto a la industria editorial. Puede usted comprar las novelas que quiera y de cualquier género. Si los que caen enfermos son, en vez de novelistas, poetas, no sólo no notaremos escasez alguna, sino que rozaremos la superproducción, pues los vates escriben mejor con fiebre que sin ella.
Pongamos que caen enfermos dos o tres realizadores de «Tele-5» (o de «Antena-3», lo mismo da). ¿Dejarían de emitir esos canales? En absoluto, funcionarían con toda normalidad (si aceptamos como normal su programación, claro). Y si la ministra de Defensa, por poner otro ejemplo, se acatarrara, a nadie se le ocurriría retirar las tropas de Afganistán a toda prisa. Lo más probable es que no se enteraran del catarro de la ministra ni los generales más próximos a su despacho. Hay gente que por responsabilidad acude enferma al trabajo. En fin, que puede usted llevar a cabo este ejercicio de imaginar que cae enfermo, no sé, el cartero de su barrio, para concluir que las cartas seguirían llegando.
En cambio, a un controlador aéreo le duele la cabeza y se va al carajo todo el tráfico. Los controladores aéreos son seres humanos y pueden enfermar, como cualquier hijo de vecino. Lo que no se entiende es que la baja médica de uno solo de estos profesionales pueda provocar un caos mundial. Algo ocurre en ese sector que no es normal y que las autoridades deberían estudiar, para corregirlo, sobre todo porque viene ocurriendo desde hace muchos años. De lo que no teníamos ni idea era de que estos profesionales con tan mala salud pueden ganar un millón de euros al año (160 millones de pesetas). Es que eso no se gana ni con un best-seller ni jugándote la vida en una guerra ni repartiendo cartas. Un servidor, con ese sueldo, iría a trabajar con cuarenta de fiebre.
Supongamos que un novelista cae enfermo, va al médico y le da la baja. Llega el novelista a casa, se mete en la cama y no escribe ninguna novela en quince días. Esto pasa continuamente. Seguro que ahora mismo hay más de diez y más de veinte novelistas sudando la gripe entre las mantas. Pero usted y yo no nos enteramos porque el mundo sigue y porque el hecho de que un grupo de escritores esté de baja por enfermedad no afecta en absoluto a la industria editorial. Puede usted comprar las novelas que quiera y de cualquier género. Si los que caen enfermos son, en vez de novelistas, poetas, no sólo no notaremos escasez alguna, sino que rozaremos la superproducción, pues los vates escriben mejor con fiebre que sin ella.
Pongamos que caen enfermos dos o tres realizadores de «Tele-5» (o de «Antena-3», lo mismo da). ¿Dejarían de emitir esos canales? En absoluto, funcionarían con toda normalidad (si aceptamos como normal su programación, claro). Y si la ministra de Defensa, por poner otro ejemplo, se acatarrara, a nadie se le ocurriría retirar las tropas de Afganistán a toda prisa. Lo más probable es que no se enteraran del catarro de la ministra ni los generales más próximos a su despacho. Hay gente que por responsabilidad acude enferma al trabajo. En fin, que puede usted llevar a cabo este ejercicio de imaginar que cae enfermo, no sé, el cartero de su barrio, para concluir que las cartas seguirían llegando.
En cambio, a un controlador aéreo le duele la cabeza y se va al carajo todo el tráfico. Los controladores aéreos son seres humanos y pueden enfermar, como cualquier hijo de vecino. Lo que no se entiende es que la baja médica de uno solo de estos profesionales pueda provocar un caos mundial. Algo ocurre en ese sector que no es normal y que las autoridades deberían estudiar, para corregirlo, sobre todo porque viene ocurriendo desde hace muchos años. De lo que no teníamos ni idea era de que estos profesionales con tan mala salud pueden ganar un millón de euros al año (160 millones de pesetas). Es que eso no se gana ni con un best-seller ni jugándote la vida en una guerra ni repartiendo cartas. Un servidor, con ese sueldo, iría a trabajar con cuarenta de fiebre.
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