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dimarts, 11 de gener del 2011

Un asunto grave

UN ASUNTO GRAVE

Romperse las narices, como mojarse el culo, son expresiones metafóricas que a veces dan el salto a la realidad literal. Soraya Saénz de Santamaría se ha roto las narices verdaderas después de haber protegido eficazmente las alegóricas durante todo el curso político. De donde se deduce que es más peligroso esquiar que debatir, incluso cuando el oponente es Rubalcaba. Se pregunta uno de dónde vienen las metáforas (y de dónde son los cantantes). ¿Por qué, por ejemplo el catarro común (¿hay catarros raros?) carece de esta capacidad alegórica? Nadie dice "me he acatarrado" para expresar que no ha logrado sacar adelante un proyecto. Y eso que el catarro sucede en las narices, ese lugar que nos rompemos metafóricamente cada dos por tres.

Al tiempo que Soraya Sáenz de Santamaría se rompía literalmente las narices en Formigal, yo cogía un resfriado verdadero en Madrid. Mientras operaban a la política del PP, un servidor se metía en la cama con una aspirina y un vaso de leche caliente con un chorro de coñá. Mi padre decía que los catarros había que "sudarlos", y para sudarlos nada mejor que la receta anterior. Me encontraba, pues, sudando canónicamente mi catarro común con la radio de la mesilla encendida, cuando escuché que Sáenz de Santamaría se había roto las narices. Al principio, claro, pensé que era una metáfora. Quizá había opinado en el asunto de Cascos y había recibido un tortazo moral del ex-general secretario. Tal vez había hecho un chiste malo sobre el Gobierno. No me imaginaba que hablaran de las narices de verdad porque es preciso, para rompérselas, poner mucho empeño. Pero sí, se trataba de las narices reales, lo que no sabía si implicaba una cierta incapacidad para las figuras retóricas o para el esquí.

En todo caso, mi catarro, pese a ser real (de carácter orgánico quiero decir), tenía fundamentos anímicos. Me había acatarrado porque estaba triste (mis depresiones siempre se traducen en enfermedades del cuerpo). Tal vez, me dije entre los vapores de la leche con coñá, Sáenz de Santamaria se había roto las narices porque estaba cabreada. En todo caso, el salto de la realidad alegóridca a la literalidad es un asunto grave que debería hacerse ver.

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