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diumenge, 1 d’abril del 2007

Cambio radical

CAMBIO RADICAL

La cirugía estética está en la Edad Media. Dentro de poco, bastará tomar una pastilla para cambiar la forma de la nariz. Incluso es posible que, gracias a un microordenador incorporado al organismo, podamos lucir una nariz distinta cada día de la semana. Y tendremos un color de ojos para la tarde y otro para la noche. La cirugía es un método muy rudimentario, pero en eso precisamente estriba su encanto. La mecánica posee una capacidad de fascinar de la que carece la química. ¿Por qué? Porque se entiende. Si quitamos este hueso, la piel cae a este nivel y si te colocamos una lágrima de silicona en el pecho, éste aumenta de tamaño sin perder morbilidad. Entre la cirugía y la química hay la misma distancia que entre la máquina de escribir y el ordenador. Sé por qué escribe la primera, pero no tengo ni idea del funcionamiento del segundo.

La asociación el Defensor del Paciente ha pedido que se clausure el programa de Antena 3 Cambio Radical porque “trata de forma circense algo tan serio como la cirugía”. Estamos de acuerdo, pero díganme ustedes qué asunto no se trata de forma circense en la tele. El circo ha desaparecido porque se ha incorporado a la vida, forma parte de ella. La televisión no da otra cosa, excepto cuando da fútbol. No es probable, pues, que la demanda prospere. Dicha asociación se queja asimismo de que se incite a la gente a entrar en el quirófano para conseguir la felicidad. También estamos de acuerdo. Nos parece un poco duro el lema “la felicidad a través del bisturí”. Resultaría preferible ser feliz primero y que ese estado de dicha nos cambiara las facciones. Pero eso no pasa. Si tienes una nariz de caballete, tienes una nariz de caballete.

En cualquier caso, España es el país de Europa donde más operaciones de cirugía estética se producen. Lo primero que se nos ocurre es que no nos gustamos. Pero la realidad es que, tal como demuestran los museos de la Inquisición, nos vuelve loca la mecánica. Somos los inventores del potro de tortura y del garrote vil. ¿Cómo no iba a gustarnos la remodelación mecánica del cuerpo? Cambio Radical está condenado al éxito no porque embellezca los cuerpos, sino porque los tortura. España y yo somos así, señora.

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