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dimarts, 16 de maig del 2006

Saberes innatos

SABERES INNATOS

Es común que los estafadores inviertan en pintura. Cada vez que salta un escándalo (Marbella, Afinsa, Forum Filatélico?) resulta que los delincuentes implicados ocultaban en sus casas, además de dinero, claro, cuadros de Picasso, de Miró, de Tàpies? La verdad es que empieza a molestar esta relación entre el pillaje y la pintura. ¿Cuándo le va a llegar el turno a la literatura? Es hora, en fin, de que sepamos qué libros conservan en sus salones toda esta panda de sinvergüenzas, aunque no los lean. Los novelistas nos sentimos muy relegados, francamente. Y los poetas más, así que vamos a decir muy alto a las mafias en general que si nos hubieran leído, les habrían ido mejor las cosas. Soy un gran lector de novelas policíacas, y gracias a ello, he podido cometer más de un crimen, y más de dos, con total impunidad. ¿Por qué? Porque me sé todos los trucos del oficio.

Ahora querrán saber ustedes a quién he matado, pero eso no lo puedo decir porque iría a dar con mis huesos en la cárcel, en compañía de gente que sólo aprecia la pintura. También, gracias a mis lecturas de John Le Carré, he espiado mucho en mi vida. Me gusta espiar y matar, es mi carácter. A veces, una cosa conduce a la otra. Pero tampoco han logrado llevarme ante los tribunales por espía: me sé todas las técnicas. Si me quieren creer, me creen y, si no, Santas Pascuas. Ahora bien, ¿podría haberme convertido en un espía sutil y en un asesino perfecto contemplando las obras de Miró? Desde luego que no. Este es, pues, mi mensaje a los delincuentes: que lean más, por favor, y que en el cuarto de baño, junto al cuadro de Picasso, tengan por los menos siete o diez libros con lo que solazarse.

Lo que no he logrado, pese a haber leído tanto (y a los mejores autores) es acumular dinero. ¿Pero dónde se aprende esto? Dirán ustedes que en la facultad de Económicas, pero no es verdad. Con frecuencia, estos tipos que guardan diez millones de euros debajo de la cama carecen de estudios superiores, incluso inferiores. Y no hay novelas de economía del mismo modo que las hay de crímenes o de espías. Quizá se trate de un saber innato. Qué complicado es todo.

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