UNA HISTORIA PARALELA
Es canibalismo que un libro se coma a otro? Quizá sí. Y sucede con más frecuencia de la que creemos. De hecho, la historia de la literatura es la de una digestión infinita de sí misma. Si uno fuera un lector lo suficientemente perspicaz, vería en el estómago de cada obra restos de las obras anteriores que le sirvieron de alimento. Pero los libros, además del canibalismo, practican la endogamia. Quiere decirse que copulan incesantemente padres con hijos y hermanos con hermanas, lo que provoca un deterioro fácil de demostrar. ¿Por qué creen ustedes que hay tantos libros tontos? Por eso mismo, porque proceden del ayuntamiento de otros volúmenes que llevan generaciones y generaciones sin una aportación genética novedosa.
Los libros tontos, producto del canibalismo literario y de la endogamia retórica, tienen sin embargo mucho éxito. De hecho, son los más solicitados, los que mejor se venden, los que más satisfacciones económicas proporcionan al editor y a los autores. Cabe preguntarse por qué y cabe responderse que quizá tenemos nostalgia de la época en la que nos devorábamos unos a otros y en las que no distinguíamos a la madre de la vecina ni al hermano del extranjero. Hubo una época, anterior sin duda a la cultura, en la que las cosas eran así. Quizá al leer un libro con pocas luces, resultado del cruce entre padres e hijos o hermanos y hermanas, reconozcamos el sabor de la carne propia y los olores del hogar. Sé de lo que hablo porque yo mismo disfruto del placer enfermizo que constituye la lectura de esos volúmenes. Pocas tardes más felices que las pasadas en el sillón de orejas (esa especie de útero), entregado a la lectura de algo que se reconoce como propio.
Digo todo esto a propósito de una noticia reciente según la cual las mujeres neandertales evitaban la endogamia sin que tuvieran un conocimiento consciente de ella. Al alcanzar la edad propicia para la cópula, y corriendo el riesgo de ser canibalizadas, abandonaban el grupo familiar en busca de material genético nuevo. Se pregunta uno dónde están los libros neandertales, quién los publica, cuánto cuestan. Pero, sobre todo, se pregunta uno si hay una historia paralela de la literatura, todavía sin escribir, formada por estos libros.
Es canibalismo que un libro se coma a otro? Quizá sí. Y sucede con más frecuencia de la que creemos. De hecho, la historia de la literatura es la de una digestión infinita de sí misma. Si uno fuera un lector lo suficientemente perspicaz, vería en el estómago de cada obra restos de las obras anteriores que le sirvieron de alimento. Pero los libros, además del canibalismo, practican la endogamia. Quiere decirse que copulan incesantemente padres con hijos y hermanos con hermanas, lo que provoca un deterioro fácil de demostrar. ¿Por qué creen ustedes que hay tantos libros tontos? Por eso mismo, porque proceden del ayuntamiento de otros volúmenes que llevan generaciones y generaciones sin una aportación genética novedosa.
Los libros tontos, producto del canibalismo literario y de la endogamia retórica, tienen sin embargo mucho éxito. De hecho, son los más solicitados, los que mejor se venden, los que más satisfacciones económicas proporcionan al editor y a los autores. Cabe preguntarse por qué y cabe responderse que quizá tenemos nostalgia de la época en la que nos devorábamos unos a otros y en las que no distinguíamos a la madre de la vecina ni al hermano del extranjero. Hubo una época, anterior sin duda a la cultura, en la que las cosas eran así. Quizá al leer un libro con pocas luces, resultado del cruce entre padres e hijos o hermanos y hermanas, reconozcamos el sabor de la carne propia y los olores del hogar. Sé de lo que hablo porque yo mismo disfruto del placer enfermizo que constituye la lectura de esos volúmenes. Pocas tardes más felices que las pasadas en el sillón de orejas (esa especie de útero), entregado a la lectura de algo que se reconoce como propio.
Digo todo esto a propósito de una noticia reciente según la cual las mujeres neandertales evitaban la endogamia sin que tuvieran un conocimiento consciente de ella. Al alcanzar la edad propicia para la cópula, y corriendo el riesgo de ser canibalizadas, abandonaban el grupo familiar en busca de material genético nuevo. Se pregunta uno dónde están los libros neandertales, quién los publica, cuánto cuestan. Pero, sobre todo, se pregunta uno si hay una historia paralela de la literatura, todavía sin escribir, formada por estos libros.
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