DISCURSOS HECHOS
Pocos aniversarios han provocado el ruido del de la Barbie. Sus cincuenta años de existencia han servido de tema de discusión por igual en programas frívolos y en programas con barba. El cumpleaños de la célebre muñeca ha abierto telediarios y ha sido objeto de discusión en tertulias políticas de gran calado. Por general, las tertulias serias han despachado el asunto en dos patadas, asegurando que la Barbie ha contribuido a fortalecer el estereotipo de una feminidad caduca y todo eso. Quizá sea cierto, pero huele a recurso excesivamente manido. Alguien capaz de mantenerse 50 años en la primera línea de la actualidad tiene que poseer algún misterio que se nos escapa. Otra cosa es que ese misterio sea bueno o malo. Hay perversiones que no pasan de moda. Quizá la Barbie sea una de ellas.
Para empezar, carece de sexo y de pezones, dos asuntos de verdad diabólicos. Phil K. Dick se enamoró de la primera Barbie que cayó en sus manos por esta ausencia. Enseguida se hizo con un Kent (su novio) y resultó que tampoco tenía sexo. Colocabas a uno al lado del otro y parecían la pareja ideal. Ambos perfectamente arreglados, limpios, con el pelo brillante y suelto, queriéndose como sólo los muñecos pueden amarse. Pero sin sexo. Cabe pensar que Barbie y Kent representan uno de los deseos más profundos del ser humano. Cuenta Buñuel en su autobiografía que una de las cosas más placenteras de la vejez era la atenuación de la libido. Y sabía de lo que hablaba.
Decía Freud que no somos dueños de nuestros deseos (descubrimiento estremecedor, cuando no terrorífico) y llevaba razón, no sabemos quién manda en ellos, de quién son. El problema es que sí somos responsables de nuestros actos. Es un milagro que hayamos conseguido compatibilizar las dos cosas. Pero nos habría costado menos esfuerzo si hubiéramos carecido de sexo y de pezones, incluso de recto. Y esta es una de las grandes virtudes de la Barbie, y de su novio. Quizá por eso no han tenido una sola riña de novios en todos estos años de relación. Hay que dedicar un Informe Semanal al cumpleaños de la muñeca, prohibiendo los discursos hechos, a ver si nos enteramos de lo que nos pasa.
Pocos aniversarios han provocado el ruido del de la Barbie. Sus cincuenta años de existencia han servido de tema de discusión por igual en programas frívolos y en programas con barba. El cumpleaños de la célebre muñeca ha abierto telediarios y ha sido objeto de discusión en tertulias políticas de gran calado. Por general, las tertulias serias han despachado el asunto en dos patadas, asegurando que la Barbie ha contribuido a fortalecer el estereotipo de una feminidad caduca y todo eso. Quizá sea cierto, pero huele a recurso excesivamente manido. Alguien capaz de mantenerse 50 años en la primera línea de la actualidad tiene que poseer algún misterio que se nos escapa. Otra cosa es que ese misterio sea bueno o malo. Hay perversiones que no pasan de moda. Quizá la Barbie sea una de ellas.
Para empezar, carece de sexo y de pezones, dos asuntos de verdad diabólicos. Phil K. Dick se enamoró de la primera Barbie que cayó en sus manos por esta ausencia. Enseguida se hizo con un Kent (su novio) y resultó que tampoco tenía sexo. Colocabas a uno al lado del otro y parecían la pareja ideal. Ambos perfectamente arreglados, limpios, con el pelo brillante y suelto, queriéndose como sólo los muñecos pueden amarse. Pero sin sexo. Cabe pensar que Barbie y Kent representan uno de los deseos más profundos del ser humano. Cuenta Buñuel en su autobiografía que una de las cosas más placenteras de la vejez era la atenuación de la libido. Y sabía de lo que hablaba.
Decía Freud que no somos dueños de nuestros deseos (descubrimiento estremecedor, cuando no terrorífico) y llevaba razón, no sabemos quién manda en ellos, de quién son. El problema es que sí somos responsables de nuestros actos. Es un milagro que hayamos conseguido compatibilizar las dos cosas. Pero nos habría costado menos esfuerzo si hubiéramos carecido de sexo y de pezones, incluso de recto. Y esta es una de las grandes virtudes de la Barbie, y de su novio. Quizá por eso no han tenido una sola riña de novios en todos estos años de relación. Hay que dedicar un Informe Semanal al cumpleaños de la muñeca, prohibiendo los discursos hechos, a ver si nos enteramos de lo que nos pasa.
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