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diumenge, 24 d’abril del 2011

Perra vida

PERRA VIDA

Los dirigentes cubanos, todos octogenarios, acaban de admitir que carecen de relevo generacional. Carecer de relevo generacional, cuando uno tiene un pie en la tumba, significa que hay varias generaciones en activo incapaces de tomar el testigo. Cabría preguntarse quién ha fracasado, si la generación en el poder o todas las demás, pero se trataría de una pregunta retórica: han fracasado todas. O sea, septicemia por un tubo, o fallo multiorgánico, qué más da. En el mismo acto, los dirigentes cubanos han informado de que introducirán en el socialismo un poco de capitalismo, no sabemos si con la idea de salvar a éste o a aquél. En todo caso, no parece que esas dosis homeopáticas de mercado busquen tanto vacunarse contra la ausencia de dinero como acostumbrarse a ella.

Nosotros, que estamos recibiendo dosis masivas de mercado, continuamos vivos, aunque con deformaciones importantes. Y es que las dosis masivas de mercado, si lo piensas, son tan peligrosas como las radiaciones nucleares. Todavía no sabemos qué ocurrirá en Fukushima, ignoramos también si esa central es un fracaso de las generaciones mayores o de las jóvenes. Pero los mayores se morirán, es su destino, y serán los jóvenes los que tengan que negociar con las malformaciones resultantes del escape radiactivo. Un escape, por cierto, que se ha cronificado al modo en que el capitalismo salvaje se ha cronificado entre nosotros. Si los japoneses no tienen ni idea de cuándo lograrán llevar la central a «parada fría», nuestras autoridades no han logrado averiguar si escaparemos al desastre económico total (el rescate). Como sucede en Fukushima, un día parece que sí y otro que no. De momento, nuestra deuda se ha puesto por las nubes.

Quiere decirse que la generación de Zapatero ha fracasado, arrastrando en su caída a las siguientes. La generación de Zapatero, al contrario de la generación de Fidel Castro, intentó introducir unas dosis de socialismo en el capitalismo. Pero esas dosis funcionaron misteriosamente a modo de vacuna contra la igualdad. Nunca hemos sido tan desiguales como ahora. Podríamos decir que la desigualdad se ha cronificado. Ahora nos conformaríamos con cualquier cosa. Con no pagar los despidos de Telefónica, por ejemplo. Perra vida.

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