MARKETING VIRAL
El Ejército de los EE UU va a introducir en internet a falsos navegantes (o quizá a navegantes verdaderos con identidades falsas) a fin de infiltrarse en los foros y las redes sociales para hablar bien de la política estadounidense. Cuentan para ello con un software que permitirá a cada agente desdoblarse en diez identidades distintas. De modo que si usted es habitual de un foro, por ejemplo, de fontaneros en el que alguien, sin venir a cuento, empieza de repente a hablar bien de Guantánamo, no lo dude, se trata de un espía estadounidense. Dirán algunos que lo normal es que se hable viniendo a cuento, pero lo normal es también que las centrales nucleares no estallen y ya ven.
No se trata de un invento nuevo. Se practica desde hace tiempo y recibe el nombre de marketing viral. El problema del marketing viral es que sale cuando él quiere, no cuando tú lo necesitas. De hecho, las editoriales han llevado a cabo estas prácticas con algunos libros sin resultados aparentes. Si usted se encuentra en un foro de literatura, hablando, no sé, de Faulkner, y aparece un internauta recomendando un título reciente, no lo dude: o es el autor o es el padre del autor intentando introducir el virus en el sistema sanguíneo de la Red. Pero la Red cuenta con defensas increíbles y sólo se deja penetrar por lo que se deja penetrar. ¿Con qué criterios? No tenemos ni idea. Por eso los virus, informáticos o no, son tan interesantes.
Ya hemos recordado en otras ocasiones que, cuando Franco, el ministerio del Interior editaba en sus sótanos un Mundo Obrero falso. Se trataba de una publicación del Partido Comunista (a la sazón el partido por antonomasia) y parece que la cosa funcionaba porque el Mundo Obrero falso era a veces mejor que el verdadero. Pero estamos hablando de una época donde todo era analógico. Los espías analógicos funcionaban mejor que los digitales, por eso han provocado tanta literatura, y tan buena. Los espías cibernéticos, en cambio, son un desastre, al menos de momento. La Operación Títere, como ha sido bautizada por el ejército de los EE UU, tiene más posibilidades de fracasar que de salir adelante. No obstante, si les sale bien, no dejen ustedes de avisar a mi editor (o a mi padre, que tiene mucha confianza en lo que hago).
El Ejército de los EE UU va a introducir en internet a falsos navegantes (o quizá a navegantes verdaderos con identidades falsas) a fin de infiltrarse en los foros y las redes sociales para hablar bien de la política estadounidense. Cuentan para ello con un software que permitirá a cada agente desdoblarse en diez identidades distintas. De modo que si usted es habitual de un foro, por ejemplo, de fontaneros en el que alguien, sin venir a cuento, empieza de repente a hablar bien de Guantánamo, no lo dude, se trata de un espía estadounidense. Dirán algunos que lo normal es que se hable viniendo a cuento, pero lo normal es también que las centrales nucleares no estallen y ya ven.
No se trata de un invento nuevo. Se practica desde hace tiempo y recibe el nombre de marketing viral. El problema del marketing viral es que sale cuando él quiere, no cuando tú lo necesitas. De hecho, las editoriales han llevado a cabo estas prácticas con algunos libros sin resultados aparentes. Si usted se encuentra en un foro de literatura, hablando, no sé, de Faulkner, y aparece un internauta recomendando un título reciente, no lo dude: o es el autor o es el padre del autor intentando introducir el virus en el sistema sanguíneo de la Red. Pero la Red cuenta con defensas increíbles y sólo se deja penetrar por lo que se deja penetrar. ¿Con qué criterios? No tenemos ni idea. Por eso los virus, informáticos o no, son tan interesantes.
Ya hemos recordado en otras ocasiones que, cuando Franco, el ministerio del Interior editaba en sus sótanos un Mundo Obrero falso. Se trataba de una publicación del Partido Comunista (a la sazón el partido por antonomasia) y parece que la cosa funcionaba porque el Mundo Obrero falso era a veces mejor que el verdadero. Pero estamos hablando de una época donde todo era analógico. Los espías analógicos funcionaban mejor que los digitales, por eso han provocado tanta literatura, y tan buena. Los espías cibernéticos, en cambio, son un desastre, al menos de momento. La Operación Títere, como ha sido bautizada por el ejército de los EE UU, tiene más posibilidades de fracasar que de salir adelante. No obstante, si les sale bien, no dejen ustedes de avisar a mi editor (o a mi padre, que tiene mucha confianza en lo que hago).
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