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divendres, 6 de febrer del 2009

Una tontería

UNA TONTERÍA

Estaba trabajando cuando escuché una tos de mujer que no procedía de ningún sitio. Quiero decir que si hubiera venido de donde parecía, la mujer tendría que haber estado emparedada en el muro, cosa poco probable, pues la tos no denotaba angustia. Recordaba más bien uno de esos ruidos orgánicos que producimos para aclararnos la garganta. Una especie de ejem, ejem, vaya. En mi madre, ese mecanismo era un tic. Carraspeaba mucho, sobre todo en misa. Los domingos asistíamos a la misa que se oficiaba en mi colegio, el de los padres claretianos. Los chicos nos poníamos en los bancos de delante y los adultos en los de atrás. Yo permanecía intranquilo hasta que escuchaba la tos de mi madre, que se transmitía a lo largo de toda la iglesia gracias al efecto bóveda provocado por su arquitectura. A veces intentaba responder, pero de mi garganta salía una especie de suspiro ahogado, que no llegaba ni a mi compañero de banco.

La garganta. Pienso ahora en los problemas que he tenido con ella a lo largo de mi vida. Primero fueron las anginas, después la faringitis crónica (el tabaco). Ahora, el miedo. La garganta me da miedo, es un conducto demasiado estrecho y demasiado decisivo. A través de ella pasa todo (el aire, el agua, la comida, la polución, las medicinas, el alcohol, la angustia, las palabras). La tos que escuché al otro lado de la pared, mientras trabajaba, era idéntica a la de mi madre. He vuelto a oírla ahora mismo, mientras escribo estas líneas, como cuando estábamos en misa. Mi madre carraspeaba por culpa del incienso. Yo carraspeo por culpa de la sintaxis. Cuando un texto se atranca, toso un poco y la maquinaria de la escritura se pone de nuevo en marcha.

Estamos sometidos todo el día a estímulos extraños, provocaciones que no reciben de nosotros la atención adecuada. Da miedo escuchar lo que no se entiende, por eso se censura. Yo no entiendo esta tos, pero tampoco logro censurarla. Sigo adelante, pues, con mi artículo y en esto suena el teléfono. Es mi hermano. Me recuerda que estos días es el aniversario del fallecimiento de mamá (así dice él, mamá). Precisamente, le digo, acabo de oírla toser. ¿Cómo?, pregunta él. Nada, una tontería, digo yo.

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