CUATRO VERSOS URGENTES
Si yo fuera un poeta obrero, ahora mismo estaría en el paro como obrero, y quizá como poeta. De la poesía le echan a uno antes que de la fábrica. La poesía es una empresa que, sin consejero delegado ni jefe de personal, hace un ERE diario. Internet está lleno o llena, como ustedes prefieran, de poetas a los que la poesía ha dado el finiquito. El poeta en paro no llama la atención porque carece de representantes sindicales y porque se dedica a la economía sumergida. Escribe cuatro versos en el blog que leen cinco o seis y comentan tres o cuatro, y con esas migajas va tirando. El poeta obrero no suele tener blog porque el poeta obrero es más obrero que poeta. Y ahí es donde nos duele.
Conocemos las cifras generales del paro, pero no tenemos ni idea de los poetas que se han quedado en la calle, no hay estadísticas. Ahí funciona el olfato y lo que dice el olfato es que la poesía se ha ido o se está yendo al carajo, como si fuera cosa de otro tiempo, del mismo modo que se hundieron las fábricas de hielo cuando se popularizó la nevera eléctrica y cada uno devino en dueño de su frío. Da la impresión de que ahora cada uno se tiene que hacer su propio poema. Solo que un poema no es un cubito de hielo. No basta con tener frío para hacerlo. No todo el mundo es capaz de sentarse y escribir cuatro versos que le conmuevan a él y a quien los lea. No hay fábricas individuales de sonetos como no hay fábricas individuales de tartas de cumpleaños. Uno debería tener la tranquilidad de que va a la librería y encuentra el libro de poemas que reclama esta época.
Por eso nos referíamos al poeta obrero, porque nos hace más falta que el aire un poeta obrero cabreado que cuente lo que nos está sucediendo como lo cuentan los poetas. Obreros cabreados los hay por un tubo, pero no son poetas, por eso la patronal está como está de crecida, porque no hay un maldito poeta obrero que les eche en cara un romance, una elegía, una lira, una sátira. Y cuando hablamos de poetas obreros queremos decir también auxiliares administrativos poetas, funcionarios poetas, incluso notarios poetas. La cuestión es que desde la poesía, si la fábrica aún continúa abierta, se expidan poemas aclaratorios sobre la deuda pública, que es lo que estamos esperando los obreros que no somos poetas, ni siquiera obreros.
Si yo fuera un poeta obrero, ahora mismo estaría en el paro como obrero, y quizá como poeta. De la poesía le echan a uno antes que de la fábrica. La poesía es una empresa que, sin consejero delegado ni jefe de personal, hace un ERE diario. Internet está lleno o llena, como ustedes prefieran, de poetas a los que la poesía ha dado el finiquito. El poeta en paro no llama la atención porque carece de representantes sindicales y porque se dedica a la economía sumergida. Escribe cuatro versos en el blog que leen cinco o seis y comentan tres o cuatro, y con esas migajas va tirando. El poeta obrero no suele tener blog porque el poeta obrero es más obrero que poeta. Y ahí es donde nos duele.
Conocemos las cifras generales del paro, pero no tenemos ni idea de los poetas que se han quedado en la calle, no hay estadísticas. Ahí funciona el olfato y lo que dice el olfato es que la poesía se ha ido o se está yendo al carajo, como si fuera cosa de otro tiempo, del mismo modo que se hundieron las fábricas de hielo cuando se popularizó la nevera eléctrica y cada uno devino en dueño de su frío. Da la impresión de que ahora cada uno se tiene que hacer su propio poema. Solo que un poema no es un cubito de hielo. No basta con tener frío para hacerlo. No todo el mundo es capaz de sentarse y escribir cuatro versos que le conmuevan a él y a quien los lea. No hay fábricas individuales de sonetos como no hay fábricas individuales de tartas de cumpleaños. Uno debería tener la tranquilidad de que va a la librería y encuentra el libro de poemas que reclama esta época.
Por eso nos referíamos al poeta obrero, porque nos hace más falta que el aire un poeta obrero cabreado que cuente lo que nos está sucediendo como lo cuentan los poetas. Obreros cabreados los hay por un tubo, pero no son poetas, por eso la patronal está como está de crecida, porque no hay un maldito poeta obrero que les eche en cara un romance, una elegía, una lira, una sátira. Y cuando hablamos de poetas obreros queremos decir también auxiliares administrativos poetas, funcionarios poetas, incluso notarios poetas. La cuestión es que desde la poesía, si la fábrica aún continúa abierta, se expidan poemas aclaratorios sobre la deuda pública, que es lo que estamos esperando los obreros que no somos poetas, ni siquiera obreros.