SEXO Y HEGEL
A veces, mientras pasa una cosa ocurre otra. Parece una obviedad, pero el asunto tiene su misterio. El otro día mientras Rafa Nadal daba una rueda de prensa de cintura para arriba, sufría un calambre horroroso de cintura para abajo. La parte de arriba quería seguir dando la rueda de prensa, pero la de abajo quería anularla. Ganó la parte de abajo, casi siempre gana la parte de abajo. Las palabras arriba y abajo, derecha e izquierda, delante y detrás poseen tanta carga metafórica que casi siempre aparecen connotadas moralmente. Pero lo que decíamos es que a veces, mientras pasa una cosa, ocurre otra. En ocasiones, su contraria. Es famoso el caso de un escritor que se murió el mismo día de recibir un premio literario al que se había presentado. El premio se fallaba por la tarde y él falleció por la mañana. Agonizó mientras el jurado votaba. Ganó de nuevo la parte de abajo, la tumba. Cuando llamaron a su casa para darle la noticia, ya estaba montada la capilla ardiente.
Cuando yo estudiaba filosofía, en una clase sobre Hegel fui atacado por una fantasía erótica que nada tenía que ver con el asunto que se discutía en el aula. El ataque fue de tal calibre que tuve que abandonar la sala, no era cuestión de empezar a retorcerme, como Nadal, delante del profesor y de los condiscípulos. Volvió a ganar la parte de abajo. Al día siguiente, el profesor me preguntó por qué había salido de aquel modo e, inexplicablemente, le dije la verdad:
-Fui atacado por una fantasía sexual imperiosa.
-A veces sucede -dijo él con gesto comprensivo.
La respuesta me sorprendió y me alivió al mismo tiempo. El caso es que desde entonces no puedo pensar en Hegel sin excitarme un poco. Le tengo miedo y afición a la vez. Quizá Nadal no acuda ya tranquilo, nunca, a las ruedas de prensa. La mente crea asociaciones terribles. En todo caso, mientras hable, estará pendiente de su pierna, por si el calambre ataca de nuevo con una violencia tal que no le dé tiempo ni a abandonar la sala. Pues eso, que cuando sucede una cosa, siempre sucede otra. A veces, mientras sucede una cosa buena ocurre una mala, o al revés. Lo normal es que gane la mala, la de abajo.
A veces, mientras pasa una cosa ocurre otra. Parece una obviedad, pero el asunto tiene su misterio. El otro día mientras Rafa Nadal daba una rueda de prensa de cintura para arriba, sufría un calambre horroroso de cintura para abajo. La parte de arriba quería seguir dando la rueda de prensa, pero la de abajo quería anularla. Ganó la parte de abajo, casi siempre gana la parte de abajo. Las palabras arriba y abajo, derecha e izquierda, delante y detrás poseen tanta carga metafórica que casi siempre aparecen connotadas moralmente. Pero lo que decíamos es que a veces, mientras pasa una cosa, ocurre otra. En ocasiones, su contraria. Es famoso el caso de un escritor que se murió el mismo día de recibir un premio literario al que se había presentado. El premio se fallaba por la tarde y él falleció por la mañana. Agonizó mientras el jurado votaba. Ganó de nuevo la parte de abajo, la tumba. Cuando llamaron a su casa para darle la noticia, ya estaba montada la capilla ardiente.
Cuando yo estudiaba filosofía, en una clase sobre Hegel fui atacado por una fantasía erótica que nada tenía que ver con el asunto que se discutía en el aula. El ataque fue de tal calibre que tuve que abandonar la sala, no era cuestión de empezar a retorcerme, como Nadal, delante del profesor y de los condiscípulos. Volvió a ganar la parte de abajo. Al día siguiente, el profesor me preguntó por qué había salido de aquel modo e, inexplicablemente, le dije la verdad:
-Fui atacado por una fantasía sexual imperiosa.
-A veces sucede -dijo él con gesto comprensivo.
La respuesta me sorprendió y me alivió al mismo tiempo. El caso es que desde entonces no puedo pensar en Hegel sin excitarme un poco. Le tengo miedo y afición a la vez. Quizá Nadal no acuda ya tranquilo, nunca, a las ruedas de prensa. La mente crea asociaciones terribles. En todo caso, mientras hable, estará pendiente de su pierna, por si el calambre ataca de nuevo con una violencia tal que no le dé tiempo ni a abandonar la sala. Pues eso, que cuando sucede una cosa, siempre sucede otra. A veces, mientras sucede una cosa buena ocurre una mala, o al revés. Lo normal es que gane la mala, la de abajo.
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