NI EL DÍA NI LA HORA
-¿Cree usted que va a morir en la carretera?
-Pues, francamente, no lo descarto, pero tampoco lo anticipo. Sólo puedo decirle que llevo un décimo de esa lotería negativa, como todo el mundo que conduce.
-¿Cree usted que va a morir de cáncer de pulmón? -le pregunto a un fumador.
-No estoy seguro -me responde-, porque soy conductor, de modo que quizá muera en la carretera.
Cerca de nosotros hay un ecuatoriano en traje de faena.
-¿Y por qué a los obreros de la construcción no nos preguntan si vamos a morir en la obra? ¿Sabe usted cuantos accidentes laborales hay en España al año?
-Ahora no caigo -digo-, pero ¿cree usted que va a morir en el andamio?
-Pues teniendo en cuenta que ni fumo ni conduzco...
Lo cierto es que, aunque no conocemos el día ni la hora, nos parece encomiable, a la par que turbador, el esfuerzo de la Dirección General de Tráfico por arrebatarle un puñado de muertos a la estadística, que es como arrebatárselo a un dios cruel, sediento de sangre, de sacrificio, de dolor.
-Este año, la Estadística (con mayúscula, puesto que es una divinidad) se ha llevado un 5% menos de seres humanos.
-¿Se refiere usted a la estadística de los fumadores, de los trabajadores de la construcción, o de la operación retorno?
-En estas fechas tan señaladas sólo me puedo referir a la operación retorno.
-Pues que sea enhorabuena. Las autoridades hacen lo que pueden en todas las áreas, y nosotros se lo agradecemos, pero de vez en cuando nos podían lanzar algún anuncio alegre, porque esto es un sinvivir.
-¿Cree usted que llegará a fin de mes con un trabajo precario y un sueldo de 900 euros?
-Malamente, señor. Por eso mismo he tenido que dejar de fumar y renunciado al coche.
-Dos loterías menos. Una cosa por otra.
-¿Cree usted que va a morir en la carretera?
-Pues, francamente, no lo descarto, pero tampoco lo anticipo. Sólo puedo decirle que llevo un décimo de esa lotería negativa, como todo el mundo que conduce.
-¿Cree usted que va a morir de cáncer de pulmón? -le pregunto a un fumador.
-No estoy seguro -me responde-, porque soy conductor, de modo que quizá muera en la carretera.
Cerca de nosotros hay un ecuatoriano en traje de faena.
-¿Y por qué a los obreros de la construcción no nos preguntan si vamos a morir en la obra? ¿Sabe usted cuantos accidentes laborales hay en España al año?
-Ahora no caigo -digo-, pero ¿cree usted que va a morir en el andamio?
-Pues teniendo en cuenta que ni fumo ni conduzco...
Lo cierto es que, aunque no conocemos el día ni la hora, nos parece encomiable, a la par que turbador, el esfuerzo de la Dirección General de Tráfico por arrebatarle un puñado de muertos a la estadística, que es como arrebatárselo a un dios cruel, sediento de sangre, de sacrificio, de dolor.
-Este año, la Estadística (con mayúscula, puesto que es una divinidad) se ha llevado un 5% menos de seres humanos.
-¿Se refiere usted a la estadística de los fumadores, de los trabajadores de la construcción, o de la operación retorno?
-En estas fechas tan señaladas sólo me puedo referir a la operación retorno.
-Pues que sea enhorabuena. Las autoridades hacen lo que pueden en todas las áreas, y nosotros se lo agradecemos, pero de vez en cuando nos podían lanzar algún anuncio alegre, porque esto es un sinvivir.
-¿Cree usted que llegará a fin de mes con un trabajo precario y un sueldo de 900 euros?
-Malamente, señor. Por eso mismo he tenido que dejar de fumar y renunciado al coche.
-Dos loterías menos. Una cosa por otra.
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