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diumenge, 22 de gener del 2012

Frío en Castellón

FRÍO EN CASTELLÓN

Hasta hace poco, se decía que afuera hacía mucho frío:

-Piénsatelo, Vicente, que afuera hace mucho frío.

Vicente era un empleado cualquiera al que su jefe de personal o de recursos humanos instaba a que aceptara unas condiciones laborales infames a cambio de no ser despedido. Afuera hace mucho frío. No recordamos en qué momento comenzaron a utilizarse el afuera y el frío como metáforas del desamparo, pero lo cierto es que la frase quedó acuñada como una moneda de curso legal. Afuera hace mucho frío. Y uno tragaba, qué se le iba a hacer. El problema es que empieza a hacer tanto frío afuera como dentro.

En un instituto de enseñanza media de Castellón, por ejemplo, los estudiantes acuden a clase con manta porque han cortado la calefacción. Un chico sacó una foto del aula, la colgó en Facebook, y la dirección lo expulsó de palabra durante cuatro días, aunque tuvo que readmitirlo al comprender que lo lógico no era quemar en una hoguera al chico, sino encender la calefacción.

Pero lo interesante es la idea de que el frío se ha colado dentro y que el interior ha devenido también en intemperie.

-Piénsatelo, Vicente, dentro hace mucho frío.

Cuando una empresa lleva cuatro meses sin pagarte, ¿qué diferencia hay entre fichar o no fichar, entre levantarse o no levantarse de la cama? Una de las ideas de más éxito a lo largo de la historia de la literatura es aquella que ha consistido en confundir el mundo de los sueños con el de la vigilia, o el de los vivos con el de los muertos (véase, verbi gracia, Pedro Páramo). Ello se debe a que tal borrado de fronteras metaforiza muy bien la condición ambigua de los seres humanos.

La confusión funciona en el arte, pero provoca desastres cuando la llevas (la extrapolas que diría un cursi) a la realidad. Quiere decirse que cuando empieza a hacer frío dentro, en el tuétano, en la médula, en el corazón, es que uno está listo para la autopsia sin género de dudas. Los cortes de luz en los colegios, de la calefacción en los institutos y de los presupuestos en investigación no metaforizan la muerte, son la muerte. Esto parece un tanatorio.

Voluntario. En cuanto a Marte, algunos científicos piensan que ya podríamos desplazarnos hasta su superficie, pero sólo en viaje de ida. En eso, Marte se parece a las drogas duras, de las que pocos vuelven. Y a la muerte, de la que no regresa nadie. Droga y muerte, en fin, una combinación bastante común. ¿Cómo desintoxicarse de Marte una vez probada su soledad celeste? Hemos viajado tantas veces en sueños a ese lugar del universo que en cierto modo somos adictos a su polvo rojo. Mucha gente muere imaginariamente allí, en medio de sus míticas tormentas de colores, que por lo visto duran meses. Me lo contó el otro día la directora de una residencia de la tercera edad:

-Los últimos tres ancianos que han muerto en nuestro centro, creían que se encontraban en Marte, que fallecían en Marte. Lo malo es que se ha corrido la voz y una parte importante de nuestros internos está convencida que la residencia es marciana.

Le dije que yo no trataría de quitarles la idea. Se trata de un buen final para una vida absurda (todas lo son). Personalmente, daría cualquier cosa por pasar mis últimos días en un sitio sin estaciones de autobuses y sin museos de cera, por poner dos ejemplos de espacios que me desasosiegan, y en Marte habrá otras cosas, pero no estaciones de autobuses ni museos de cera. Marte es un suburbio gigantesco, con muy poca atmósfera, donde da gusto no salir de casa ni quitarse la escafandra. Yo no saldría de la estación espacial ni a recoger muestras, que es para lo que envían sondas a Marte, para recoger muestras. Qué manía, con las biopsias (y con las colonoscopias), ¿no?

La directora de la residencia ya mencionada me comentó también que muchos ancianos, debido a la crisis, están regresando al hogar de los hijos, lo que se toman como volver a la Tierra. Lo viven muy mal, y no me extraña porque ya hemos dicho que lo bueno de Marte, de momento al menos, es que no se puede volver.

Si necesitan voluntarios para ese viaje de ida, aquí me tienen. Les saldría barato porque sólo tendrían que transportar mi cuerpo físico. Mi alma lleva toda la vida allí.

dilluns, 2 de gener del 2012

Asuntos insignificantes

ASUNTOS INSIGNIFICANTES

Lo de la desconfianza en las instituciones es preocupante, de acuerdo, pero no tanto como los motivos que las instituciones dan para desconfiar. Quiere decirse que si las instituciones se portaran bien, les tendríamos afecto. Va el Rey, por ejemplo, y dice que aquello de que todos (excepto él, por cierto) somos iguales ante la ley no hay que personalizarlo en su yerno. De acuerdo, no lo personalicemos. Supongamos que aquellas palabras pronunciadas durante su discurso de Nochebuena nada tenían que ver con el asunto Urdargarín. ¿A qué venían entonces? ¿Por qué decir una obviedad de ese calibre si no había en el horizonte nada que lo justificara? Es como si nos hubiera advertido de que no se deben pasar los semáforos en rojo. Habría sonado como un disparate, a menos que un familiar suyo (Urdangarín, por ejemplo) hubiera sido multado por hacerlo.

Los políticos, incluido el Rey, quieren que las cosas sean y no sean a la vez, lo cual resulta imposible. Don Juan Carlos no tenía más remedio que aludir en su discurso de este año al asunto de su yerno. Y lo hizo, pero negando al día siguiente que lo hiciera. Todo eso resulta muy fatigoso para el contribuyente, que bastante tiene con ganarse la vida. Otra cosa: la Casa Real, que conocía desde hace cuatro años los tejemanejes de Urdargarín, se limitó a cambiarlo de diócesis, como hace la Iglesia (otra institución en alza) con los curas malos. Si asuntos de este tipo, en apariencia insignificantes, comen la moral del contribuyente, qué no harán espectáculos como el de Valencia, donde el juicio por los trajes de Camps resulta una nadería en relación con lo que se intuye.

Volvamos a lo pequeño: todo un ministro de Fomento se cita en una gasolinera con un sujeto de mala reputación. Aun contando con la presunción de inocencia, el asunto huele que apesta y Blanco debería haber dimitido ya. Pero veamos algo más pequeño todavía: un grupo del PSOE publica un manifiesto (Yo sí estuve allí) al poco de otro titulado Mucho PSOE por hacer, y al día siguiente de publicarlo niegan que el segundo fuera una respuesta al primero. Por favor, no nos agoten de ese modo, no nieguen las evidencias, no mientan, en fin, o no lamenten luego el desafecto de los ciudadanos.

dissabte, 31 de desembre del 2011

Cuatro versos urgentes

CUATRO VERSOS URGENTES

Si yo fuera un poeta obrero, ahora mismo estaría en el paro como obrero, y quizá como poeta. De la poesía le echan a uno antes que de la fábrica. La poesía es una empresa que, sin consejero delegado ni jefe de personal, hace un ERE diario. Internet está lleno o llena, como ustedes prefieran, de poetas a los que la poesía ha dado el finiquito. El poeta en paro no llama la atención porque carece de representantes sindicales y porque se dedica a la economía sumergida. Escribe cuatro versos en el blog que leen cinco o seis y comentan tres o cuatro, y con esas migajas va tirando. El poeta obrero no suele tener blog porque el poeta obrero es más obrero que poeta. Y ahí es donde nos duele.

Conocemos las cifras generales del paro, pero no tenemos ni idea de los poetas que se han quedado en la calle, no hay estadísticas. Ahí funciona el olfato y lo que dice el olfato es que la poesía se ha ido o se está yendo al carajo, como si fuera cosa de otro tiempo, del mismo modo que se hundieron las fábricas de hielo cuando se popularizó la nevera eléctrica y cada uno devino en dueño de su frío. Da la impresión de que ahora cada uno se tiene que hacer su propio poema. Solo que un poema no es un cubito de hielo. No basta con tener frío para hacerlo. No todo el mundo es capaz de sentarse y escribir cuatro versos que le conmuevan a él y a quien los lea. No hay fábricas individuales de sonetos como no hay fábricas individuales de tartas de cumpleaños. Uno debería tener la tranquilidad de que va a la librería y encuentra el libro de poemas que reclama esta época.

Por eso nos referíamos al poeta obrero, porque nos hace más falta que el aire un poeta obrero cabreado que cuente lo que nos está sucediendo como lo cuentan los poetas. Obreros cabreados los hay por un tubo, pero no son poetas, por eso la patronal está como está de crecida, porque no hay un maldito poeta obrero que les eche en cara un romance, una elegía, una lira, una sátira. Y cuando hablamos de poetas obreros queremos decir también auxiliares administrativos poetas, funcionarios poetas, incluso notarios poetas. La cuestión es que desde la poesía, si la fábrica aún continúa abierta, se expidan poemas aclaratorios sobre la deuda pública, que es lo que estamos esperando los obreros que no somos poetas, ni siquiera obreros.

divendres, 30 de desembre del 2011

Agradecimiento

AGRADECIMIENTO

El nuevo ministro de Economía, ajeno a la euforia inversora prometida por Mariano Rajoy en su programa electoral, nos amenaza con recesión y paro por un tubo. ¿Ignora acaso que no había mitin ni entrevista ni declaración a la prensa donde no se hablara de la confianza mundial que generaría el simple hecho de que el PP gobernara? Que nos lo expliquen, que digan si mentían entonces, si se equivocaron de buena fe o si la realidad ha dado un giro de 180 grados. Y que Sáenz de Santamaría chequee de inmediato la lucidez intelectual del citado Luis de Guindos, responsable en su día de un chiringuito financiero (Lehman Brothers) que le estalló en la cara como al que manipula sin conocimientos una bomba de fabricación casera, provocando una onda expansiva que arruinó a medio mundo. Se trata de saber si con el estallido perdió el poco olfato demostrado entonces o se le activó una zona dormida del cerebro. A veces, un golpe en la cabeza provoca efectos mágicos. Disminuyen unas capacidades pero aumentan otras, hay gente que ve a Dios. Quiere decirse que quizá acierte en su diagnóstico, quizá venga más paro y más recesión y más crujir de dientes, no se lo vamos a discutir a un hombre con ese trauma, pero a efectos éticos estaría bien que confesara si conocía o no conocía el apartado de la euforia del programa electoral al que sirve. Tenemos derecho a saber si nos engañaron o si no vieron las dimensiones de la crisis, que era el reproche que hacían con justicia a Zapatero. De otro lado, agradeceríamos muchísimo a De Guindos que llame paro al paro y recesión a la recesión (al pan pan y al vino vino, también estaba en el programa de Rajoy). No empecemos, por favor, como los de CiU, que llaman "tique moderador sanitario" al cobro de un euro por receta. ¿O es que el estallido de la bomba le dañó también la zona del lenguaje?

El muerto era un sablista

EL MUERTO ERA UN SABLISTA

Amanezco con la tensión baja, como si me hubiera tomado un calmante, y leo el periódico despacio, sin ansiedad, deteniéndome en cada una de sus informaciones, tan dispares. Así, paso de las farmacias de guardia a una noticia sobre el príncipe Felipe de Edimburgo, que acaba de salir del hospital. Ni siquiera sabía que estaba enfermo. Tampoco sé a ciencia cierta quién es este Felipe de Edimburgo, que aparece en la foto tras los cristales de la ventanilla de un coche negro y grande, saludando a la gente. Está un poco triste, un poco pálido. Otro día cualquiera no habría reparado en él. Desde el príncipe salto a una crítica de cine donde me cuentan el argumento de una película que me interesa, aunque no tiene nada que ver con mi vida, quizá por eso. Leo la crítica despacio, deteniéndome en las comas y en los puntos, saboreando el texto, que está bien escrito.

De súbito, regreso unas páginas atrás porque me parece que he visto algo en cuya importancia reparo ahora, unos minutos después. Se trata de un obituario acompañado de la fotografía del muerto, cuyo rostro me había resultado vagamente familiar. Lo reconozco. Es un sujeto al que conocí, aunque apenas traté. Su fallecimiento no me duele, pero me extraña porque no hace mucho me crucé con él en una calle de Madrid. Recuerdo que los dos nos vimos desde lejos y que los dos dudamos si saludarnos o no. Finalmente, mientras avanzábamos el uno hacia el otro, alcanzamos el pacto implícito de fingir que no nos habíamos reconocido.

Me quedo ahí, en el obituario, pensando si actué mal. Tal vez él esperaba que tomara yo la iniciativa. Los que van a morir saben cosas y por lo general están deseando contarlas. Si me hubiera detenido unos minutos con él, quizá conocería un secreto que el fallecido se llevó a la tumba. Era un hombre doce años mayor que yo, de modo que cuando comencé a andar, él ya habría comenzado a masturbarse. No sé porque me viene esta idea absurda a la cabeza, tal vez porque el onanismo y la muerte están oscuramente relacionados. Abandono con extrañeza el obituario, como si fuera el mío, preguntándome una vez más por qué no saludé aquel día a su protagonista. Lo diré: por miedo a que me pidiera dinero. El muerto era un sablista.

dijous, 29 de desembre del 2011

Una erección de silicona

UNA ERECCIÓN DE SILICONA

Viernes. No se puede sentir la misma culpa por lo que uno imagina que hace que por lo que hace, aunque uno sea capaz, como yo, de pensar cosas horribles. Alguien que imagina que mata a su madre, por ejemplo, no está matándola en realidad. Mientras sea capaz de distinguir la diferencia entre una cosa y otra, pisará tierra firme (si hay tierra firme). Cuando pierda esa capacidad, se hundirá en las tinieblas (o en otra clase de tinieblas). Pienso en esto al leer la noticia de una abogada madrileña que pagó a un sicario para que asesinara a su ex marido. Sin duda, había imaginado muchas veces que el hombre la palmaba, incluso que la palmaba entre grandes sufrimientos, pero por qué y en qué momento atravesó la frontera que separa la fantasía del mundo real. ¿Qué ocurrió, si ocurrió algo? Resulta difícil ponerse en su cabeza porque el crimen no fue el resultado de un pronto, sino de una planificación laboriosa. Primero tuvo que contactar con un cliente suyo relacionado con los bajos fondos, que a su vez hubo de buscar a la persona adecuada para cometer el asesinato. Curiosamente, el asesino sigue libre mientras que la mujer ha sido condenada a 22 años, perdiendo la custodia de su hija, por lo que empezó todo. Un asunto de fronteras, en fin, casi todo en la vida es un problema de fronteras.

Sábado. A propósito de la nota de ayer, me pregunto, mientras el cordero se asa en el horno (es Nochebuena), si la realidad nos hace más desdichados que la imaginación o viceversa. Es evidente que resulta más gratificante comerse un cordero que imaginarlo. Aunque comérselo trae sus complicaciones (sobre todo si habitualmente cenas unas verduras) por la digestión y toda la escatología consecuente. No sé, yo he imaginado varias veces que me dan el Nobel de Física y soy muy feliz mientras lo imagino. Me lo dan porque he inventado unas gafas con las que se puede ver un mundo paralelo al nuestro, aunque no accesible a los sentidos. En ese otro mundo todo es idéntico a lo de éste, pero podemos observarlo desde fuera, como una gota de agua al microscopio.

El cordero está en su punto y comienza a llegar la familia, de modo que abandono el ordenador. Hasta mañana.

Domingo. Hoy es Navidad y no hay periódicos (periódicos de papel quiero decir), pero tengo los de ayer, que no leí pensando en hoy. Son las ocho de la mañana y parece que el mundo se ha acabado. Ni un ruido ni una música ni unos pasos en la escalera. Me abrigo y salgo a dar una vuelta a la manzana para disfrutar de esta sensación de soledad. Al poco, veo venir de frente a un tipo como yo, un poco mayor e insomne, también expulsado de la cama por los nervios. Cuando nos encontramos cerca, el otro cambia de acera, como si temiera que yo fuera a darle conversación, o quizá a darle un golpe. ¡Qué raro! Vuelvo a casa dominado por un sentimiento de irrealidad un poco siniestro y abro uno de los periódicos de ayer sobre la mesa de la cocina. Tropiezo con un reportaje sobre unas prótesis mamarias, de nombre PIP y de nacionalidad francesa, que contienen silicona de uso industrial, como la que utilizamos, supongo, para sellar las fugas de agua de los retretes y bidés. La asociación entre las tetas y los sanitarios del cuarto de baño me provoca extrañeza. Entonces recuerdo haber visto por la tele algunas imágenes de estas prótesis que se rompen dentro del cuerpo, liberando un pegamento de ferretería que se introduce en el torrente de los vasos linfáticos. Lo sé, lo sé, no es modo de comenzar un día de Navidad, pero nunca comienzo los días como debo, tengo un problema aquí dentro, en la cabeza, por eso voy a la psicóloga. El fabricante de las prótesis mamarias PIP, ahora en busca y captura, se dedicaba antes a la charcutería, lo que me lleva a preguntarme si es más lógico evolucionar desde los embutidos a la medicina que desde la medicina a los embutidos. También algunos cirujanos dedicados a la cirugía estética tienen algo de charcuteros. De hecho, los he visto, siempre en la tele, manosear los senos de las mujeres como si fueran mera mercancía. Inopinadamente, tengo una erección.

divendres, 23 de desembre del 2011

Personajes

PERSONAJES

Así como los edificios, en la arquitectura contemporánea, han perdido la fachada principal, así los periódicos y las revistas están a punto de perder la portada. La mantienen aún pero en vías de extinción y sin significado, con serias dudas sobre su utilidad. ¿Cómo distinguir, en medio de este desorden, la elocuencia del desparpajo, la brillantez inmediata de la inteligencia de fondo, la crítica aguda del insulto romo? ¿Cómo escoger el rostro de una realidad que parece que solo tiene espalda? ¿Con qué criterio recomendar a toda página un libro, un disco, una película? Se recomiendan, pero por pura inercia, sin fe. Se publican las portadas sin fe y el lector les echa un vistazo sin fe, mientras aguardamos el día en el que también la portada se pueda poner a la venta. En cierto modo, ya lo está, ya está a la venta, aunque aún no se paga con dinero, hay mil modos de cobro. La portada de la revista Time consagrada al manifestante metaforiza esa confusión al pretender reunir en la imagen de un joven (o una joven) con el rostro y la cabeza cubiertos al indignado de la Puerta del Sol, a los protagonistas de la llamada primavera árabe y a los okupas de Wall Street, entre otros. Habría tenido más sentido dedicarla a la Coca-Cola, presente de manera concreta en cada una de las plazas por las que se ha movido esa abstracción llamada el manifestante. Y habrían obtenido unos ingresos pingües de publicidad. Pero los directivos de Time están satisfechos de su perspicacia. Personaje del año, se preguntarían muy serios. El manifestante, respondería, raudo, el director comercial. Y es que en estos momentos, del mismo modo que los edificios carecen de fachada principal, la historia carece de rostro. Quizá en algún sitio haya un personaje del año, pero sería tan difícil dar con él como encontrar la puerta de acceso a un edificio de autor.